Nacido en 1894 en Courbevoie, localidad próxima a París, Lartigue se consideró siempre a sí mismo como un fotógrafo aficionado cuya principal pasión era la pintura. Hijo de una de las familias más ricas de Francia, se movió libremente en los círculos artísticos, aristocráticos y políticos. Cuando Jacques-Henri cumple siete años, su padre, le regala su primera cámara fotográfica comenzando un largo camino de testimonio sobre la vida francesa del siglo veinte. Evocando el encanto de una era ya desaparecida, su trabajo captura la intimidad de la vida familiar, la sociedad, eventos deportivos, la vida de calle y las rápidas y radicales transformaciones sociales del siglo XX así como la entrada de la mujer en el mundo laboral fuera del hogar con gran sensibilidad.
Realizó varias exposiciones fotográficas en París, pero es a partir de 1963, cuando el MOMA de Nueva York lleva a cabo una exposición y Life publica un artículo sobre sus fotografías, cuando se consagra como fotógrafo mundialmente reconocido. Donó toda su colección de álbumes, impresiones y negativos al gobierno francés, creando la Fundación Jacques Henri Lartigue. Muere en 1986 en Niza.
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